jueves, 12 de abril de 2012

II. Primera jornada: Austria.

Queridos lectores:

Efectivamente, el viaje dió comienzo. Con un poco de retraso, que implicó también un cierto cambio de planes, pero empezar empezó, y la prueba, al menos para mí, es que estoy escribiendo en un teclado esloveno, desde la casa de mi amigo Zvone en Lubliana, y es un suplicio encontrar las tildes. Habrá mejores evidencias, diréis acaso los más despiertos; ciertamente las hay, pero ninguna se hace tan sangrantemente patente para mí en estos momentos.

El día 30 de marzo de 2012 salimos por fin Rocío y un servidor de todos ustedes rumbo a Viena, en avión. Mi intención había sido salir yo unos días antes, en tren, para pasar por Barcelona, visitar a la familia, luego Francia, Italia y Eslovenia, para reunirme con Rocío en Viena el mismo día 30. Era una bonita idea, basada en la romántica noción del viaje por tierra, país a país, metro a metro y cabezada a cabezada, sin interponer grandes saltos por vía aérea. Pero no ha podido ser por razones prácticas, o como diría un colega abogado: por causa de fuerza mayor fortuita sostenida. Pero ya me he quitado el mohín (por favor contened vuestros justos y airados abucheos), y tampoco está mal empezar directamente por Austria.

Así que en Viena estuvimos unos días, y con nuestra amiga Christina como cicerone local, entre museo y museo (yo creía, inocente de mí, que en París abundaban los museos como en ninguna otra capital europea, pero compruebo que Viena tiene mucho que decir en esa pugna), degustamos los schnitzels y cervezas de la tierra, además de verificar, una vez más y de empírico modo, en la montana rusa del Prater, que carezco de dotes para ser astronauta, si es que dar tres vueltas de campana completas, primero hacia delante y luego hacia atrás, y no salir sonriendo sirve como prueba de descarte.Sin embargo, Christina disfrutó el paseo pese a mis berridos; afortunada ella y afortunada Austria, que ya tiene nueva candidata para los viajes espaciales. Rocío, que se conoce a sí misma mejor de lo que me conozco yo, no necesitaba constatar su falta de vocación para estos menesteres y sabiamente se ahorró la experiencia. Loada sea la sabiduría de quien conoce sus límites y se evita sustos.

Schonbrunn, en Viena, uno de los palacetes de la emperatriz Sissi.


Con Christina y Rocío, degustando productillos locales
en Grinzing, a las afueras de Viena.

Rocío ante el palacio de Belvedere (del que no tuvo culpa Sissi).


Vértigo en la catedral de S. Esteban.

Atenas o Viena, ya no me acuerdo bien.

Viena estaba muy bonita, pulquérrima. Y esto, que normalmente me debería alegrar sin más, fue causa de otra contrita reflexión de un servidor de todos ustedes. Hace más de veinte años, la primera vez que visité la ciudad, me disgustó que fuera justamente así, tan limpia, tan organizada, tan educada, diríase un parque temático con la propia Viena como motivo. Los museos, palacios, palacetes y exhibiciones de la ínclita Sissi emperatriz acentuaban la sensación. Pues bien, las cosas siguen igual, o incluso más limpias y educadas, hasta Sissi es más Sissi, pero lo que antaño me causaba cierto rechazo, merece hogaño mi aprobación y agradecimiento. En definitiva, me estoy haciendo viejo. Esa era la reflexión. Sabe uno que se hace viejo cuando se alegra de ver a un policía, o como me pasó a mí, cuando la mayestática pulcritud de la capital imperial merece su placet.

Así que tras algún concierto de postín en el Konzert Haus y otros paseos, alquilamos un coche y nos dimos una vuelta por provincias: el Danubio, la abadía de Melk, el campo de concentración de Mautthausen, Bad Ischl y los lagos de la zona, Salzburgo, Innsbruck, Krimml y sus cataratas (las más altas de Europa con 385 m, aunque en dos saltos sucesivos), Hauhe Tauern, Lienz, Graz y vuelta a la casilla de salida.

En el Danubio.



Vistas de la entrada y de la biblioteca de la abadía de Melk, en el Danubio.

El país es ciertamente muy bello, y aunque parecía haber epidemia de rigor facial entre las damas de los diversos centros de información turística a los que acudimos, las honrosas excepciones de quienes además de atendernos siempre eficazmente nos regalaron una sonrisa, lo compensaron con creces y nos dejaron una imagen muy positiva del conjunto.

Destaco la belleza de todo el paisaje y, en general, de las ciudades, la abundancia de bosques, lo mal que se incorporan los austriacos al tráfico rodado, la generosidad de las raciones. Pero he de admitir que lo más impresionante, creo que para ambos, fue el campo de Mautthausen. No voy a hacer reflexiones ni descripciones sobre todo aquello aquí, mejor me remito a la excelente trilogía personal de Primo Levi (cuya lectura completa recomiendo a todos). Me limitaré a explicaros que en el campo quedan grandes pedruscos de granito que, según declaran los carteles informativos, son verdaderamente los que los prisioneros tenían que acarrear desde la cantera cercana, subiendo la infame escalera de la muerte, de ciento ochenta y seis escalones, por supuesto sin más medios que sus manos. Un servidor de todos ustedes, medianamente robusto y sin Kapos alrededor, izó alguna de esas piedras a modo de prueba, y prometo que me estremezco incluso ahora al pensar en el suplicio que sólo mover esos quince o veinte kilos debía ser para los pobres condenados. La tortura entera de Sísifo era para estos desdichados sólo una parte de sus sufrimientos.

La entrada al campo de Mautthausen.

La infame escalera de la muerte, vista desde lo alto.


Altaussee.

Hallstatt.


Vista de la ciudad de la sal (Salzburgo, claro), con el castillo al fondo.


Arte realista (creo) en las calles de Innsbruck.


Había mas cosas que ver en Innsbruck, no obstante.
Efectivamente, lo del fondo son montañas: los Alpes.


Cerca de Lienz.

En el parque nacional de Hohe Tauern.


Uno de los tramos de la cascada de Krimml.


Nuestra fiel aliada para combatir los fríos austriacos: Sachertorte.

Cerca de la montaña más alta del país, el Grossglockner (3.798 m).

Graz, injustamente relegada por las guias turísticas.
Pero para ir terminando con buen sabor de boca, evocaré los ricos desayunos que nos regalamos en el suntuoso hotel junto a la Ringstrasse (al menos uno me lo gané por correr completa la Ringstrasse a las ocho de la mañana, con frío siberiano y las canillas al aire), y un bello concierto para soprano, órgano, trompeta y predicador, que padecimos en la catedral de S. Esteban. No todo iba a ser trasegar cerveza y salchichas entre vals y vals, y entre cuadro de Klimt y cuadro de Schiele, claro: también vimos los osos panda en el zoológico, y los osos hormigueros, que son aún más extraños.


Osos hormigueros (hay que encontrar dos).
Como su propio nombre indica, son carnívoros.


Huevos de Pascua (pintados) en un mercado callejero de la capital.


Más Viena. Ante el ayuntamiento.

Rocío volvió a Madrid, con todo mi amor, y yo me vine para Eslovenia con todo el suyo, y de lo que sigue después hablaré en otro momento.

Os lo agradezco mucho a los que me habéis hecho llegar parabienes, consejos y demás recados amables. Por favor disculpadme los que os hayáis quedado sin la despedida personal que, no lo dudéis, me habría gustado haceros. Por último, si vital es el apoyo de Rocío para este viaje, también importante lo es el de mi querido socio, Borja, y del resto del personal del despacho. Dejo aquí justo reconocimiento de ello.

Recuerdos para todos.

6 comentarios:

  1. Viejuno, sigue contándonos todo.

    ¡Besos desde Madrid!

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  2. Querido Fernando,

    Posiblemente conocerás el famoso adagio de la Interné (con tilde y sin t), que dice que "sin foto no hay voto". En tu caso se te perdona porque lo compensas con creces con lo que escribes. Pero vamos, que no estaría mal una fotillo de vez en cuando. Ten en cuenta que el viejo truco de escribir sin eñes para simular que uno se encuentra en Eslovenia es harto conocido por tus lectores. No nos hagas pasar por el bochorno de descubrir que en realidad estás en un locutorio de Bravo Murillo escribiendo estas cosas tan sospechosamente interesantes.

    Un abrazo

    Fran

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  3. Ah, amigo mío, me he abierto una cuenta en gmail sólo para poder escribirte. Como te encuentre por Bravo Murillo lo voy a flipar, jajajaja, pero Fran tiene razón ¿y esas fotillos? que los que no podemos viajar nos alegramos la vista con lo que veis los demás. Espero que nos des noticias más a menudo.
    Un besote

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  4. Yo también he abierto la cuenta de google sólo para seguirte. Oye, que te ahorres exceso de erudición, de corrección gramatical y sintáctica, presentes de subjuntivos, etc, y que seas ameno, directo y ocurrente...como soy tu hermano mayor te lo puedo decir. Recuerda que papá también pecaba de exceso de euridicón. Eso está bien para una enciclopedia, pero recuerda el medio para el que escribes, y el nivel de nosotros, tus lectores, jaja. Sé que encontrarás el punto justo. Bueno, espero no te siente mal. Un abrazo, Carlangas

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  5. y me refería a futuros de subjuntivo...hubieres, etc, que ya no estás redactando contratos...

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  6. Jolín, no ves, si es que esto es otra cosa. Se me saltan las lágrimas viendo esas imágenes y me dan ganas de coger el petate y marcharme payá, que total, pa lo que hay por estos lares... Pero también se deja percibir un poco de frío ¿no? Así que me lo voy a pensar para cuando tenga posibles y hacerme un viajecito en pleno verano

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