martes, 25 de diciembre de 2012


Interludio III.

Queridos lectores:

Esta mañana han muerto dos personas en un accidente aéreo en el aeropuerto en el que yo mismo me encontraba (25.12.12).

Escribo ahora desde Kuala Lumpur, en Malasia, pero esta mañana antes de las ocho estaba en el aeropuerto de Heho, en Myanmar, donde debía coger un vuelo a las 9:15 para Yangón. Luego enlazaría con otro a Kuala Lumpur y acabaría el día en Singapur, tras un tercer y último salto en avión.

Cuando llegaba a Heho esta madrugada en un viejo taxi me preguntaba si la espesa niebla no obligaría a cancelar mi vuelo y hacerme perder los otros dos. No ha sido una premonición, pero mi preocupación se ha verificado en el peor de los resultados, aunque yo haya tenido la suerte de no verme afectado. Dos personas muertas y  una decena de heridos han sido el precio siniestro de un aterrizaje malogrado. Un vuelo de Air Mandalay, procedente de Mandalay, se ha estrellado al ir a tomar tierra en Heho.

Ese mismo trayecto, con esa misma compañía, es el que hice yo dos días antes para llegar al lago Inle, en el corazón de Myanmar. (CORRECCIÓN: he visto al día siguiente que era Air Bagan, no Air Mandalay).

Aunque ha sido poco antes de las 9:00, en el aeropuerto no hemos visto ni oído nada. La sala de embarque estaba repleta. Alguien ha comentado ver pasar a los bomberos, pero el accidente ha ocurrido a unos tres kilómetros y no nos hemos enterado. Sólo de pasada un guía ha comentado a sus clientes que había habido un accidente, sin más, el aeropuerto estaba cerrado y tardaría algunas horas en reabrirse. Con tres horas de retraso he llegado a Yangón, sin que tampoco a bordo ni al llegar nos hayan informado de nada. Confieso además que, un tanto ofuscado, no he tenido la humanidad de preguntar por iniciativa propia. En Myanmar las conexiones a internet son precarias, cuando no directamente inexistentes, por lo que tampoco he sabido nada por esa vía.

En Yangón, tras lidiar con tres compañías aéreas (sin oficinas al público ni conexión a internet las gestiones se complican extraordinariamente), finalmente he podido comprar otro billete y volar por la tarde a Kuala Lumpur, donde pernoctaré hoy para seguir mañana a Singapur.

He pasado el día en aeropuertos (me alojo en un hotel del internacional de la capital malaya), y aunque sabía que, siendo caso fortuito, no me correspondía la devolución del precio de los billetes perdidos, en las horas que he pasado dando vueltas en el torpe aeropuerto de Yangón me lamentaba interiormente por el día perdido, el jaleo y el dinero, por ese orden. Aunque he reaccionado con bastante contención ante el que, para mí, ha sido un mero contratiempo, de haber sido sabedor de la tragedia hubiera tenido mejores motivos para reflexionar en el día de Navidad.

Cuando dije al principio de este blog que me gustaba la idea de llamarlo carpe diem, no lo decía por nada. ¡Carpe diem!

Accidente aéreo en Heho
(fotografía obtenida de aviation-safety.net).


Os agradezco a todos muchísimo los comentarios y mensajes de ánimo, cariño y reproches amorosos que he ido recibiendo en respuesta a la entrada del segundo interludio. Me han dado la energía que me flaqueaba y, aunque nunca la olvido, me han hecho presente vuestra amistad, que tanto me honra y por la que es una alegría poder contaros este viaje que, según queda visto, bien podría haber terminado en un aeropuerto birmano. Feliz Navidad.

Abrazos para todos.

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