domingo, 17 de febrero de 2013

XXIX. Malasia (viii).

Queridos lectores:

La emoción de revivir la excursión de los elefantes para contárosla me hizo olvidar los otros animales del río Kinabatangan. Repetían, como ya he dicho, aves variadas, varanos, los dos tipos de macacos y los násicos, pero también otros dos orangutanes que no quiero dejar de mencionar. Tuve suerte, pues en total ví nueve hombres del bosque (traducción del nombre vernáculo, como casi todos sabréis), que llegaron a la docena si se añade el trío de Sepilok. Además de un privilegio y el recordatorio, como ya he dicho en otra ocasión, de que no estamos solos, ver grandes simios en libertad es una experiencia muy particular por las implicaciones emocionales de que sean nuestros parientes más cercanos.

En otras dos horas de viaje en todoterreno por pistas de tierra, acompañado por tres empleados que aprovechaban el viaje, llegué a Tabin (16.01.13). Allí sólo hay un sitio donde hospedarse: un lodge de instalaciones desahogadas que podría llamarse lujoso con sólo mejorar algunas cosas. El lugar es bellísimo: junto a una cascada guardada por un pigargo que ejercía de centinela constante, en medio de la selva, con amplias cabañas entre los árboles. Me recibe Asnah, la que será mi guía personal estos tres días. No sé cuál será la ratio de guías a clientes en otras épocas, pero es que hoy, aparte un matrimonio de mi edad, soy el único cliente. El motivo es que estamos en temporada de lluvias y esto, en la pluvisilva, no es ninguna fruslería: está todo empapado y embarrado, y durante mi estancia lloverá con gran violencia la mayor parte de cada día.

La cascada, bastante más caudalosa de lo que aparenta.

Padeciendo incomodidades.


Ichthyophaga humilis.
(Pigargo, en la roca de la izquierda).

Hechas las presentaciones, me instalo y tras comer algo salimos a visitar el volcán de lodo. Un volcán subterráneo ha creado un claro en la selva expeliendo fango, burbujeante aunque no mucho, de vez en cuando. El barro atrae a los animales, en particular a los elefantes, que acuden a bañarse en él. Pero no hoy. Aun así, vemos algún gibón, macacos de cola de cerdo y cangrejeros, un jabalí barbudo, un ciervo y no pocas aves, incluyendo rapaces y cálaos vistosos por cuya presencia, entre otros animales, es renombrado el lugar.

Asnah en un refugio a prueba de elefantes.
 

En la torreta.

Tina y Morten me invitan muy cortésmente a su mesa en la cena. Son daneses, Tina trabaja en una agencia de empleo y Morten de administrador de oficinas. A resultas de sus preguntas, aprendo que, gracias al infalible Gordon, también aquí me he ahorrado un buen dinero, aunque no sea precisamente barato. Tina y Morten vieron elefantes ayer y algunos otros animales, pero bajo una lluvia torrencial que no parece propensa a las treguas, me advierten. El lodge es bastante acogedor y su personal, que no tiene más que tres clientes a los que atender, se emplea a fondo en cebarnos. Asia me va a matar, no de hambre sino lo contrario.


Morten y Tina.

Tras la cena y amena charla, nuevo paseo, en coche y nocturno. Asnah maneja un reflector subida a la caja trasera del vehículo, conmigo a su lado. Vemos aún algunos pájaros, un búho pescador, otra rapaz nocturna, una civeta, una ardilla voladora gigante, un ciervo ratón, un gato leopardo. Como su nombre indica, parece un michino casero disfrazado de leopardo y, aunque tímido por lo general, se nos queda mirando un rato. De remate al volver al lodge, un lemur volador, rareza entre las rarezas. No nos ha llovido demasiado y hemos podido ver unos cuantos animales, no me puedo quejar.

En el comedor sin paredes legiones de insectos nocturnos, incluyendo algunas polillas gigantes, revolotean en torno a las luces eléctricas, para alegría de un ejército correlativo de salamanquesas. Me detengo un rato antes de retirarme a mi enorme y lejana cabaña. En las pasarelas se entretienen sapos grandes como puños y algunos insectos. Los saludo, procuro que los mosquitos se queden fuera y me voy a dormir con el estruendo de la cascada, tremendamente crecida respecto a la mañana, como arrullo.



 Cynocephalus variegatus
(lemur volador).

Polilla.
(Clear wing moth).

Sapo de roca.
(Rock toad).

Nuevo paseo antes del amanecer (17.01.13). A la usanza inglesa, un desayuno ligero antes de salir y otro, más recio, al volver. Para sorpresa de los camareros, rechazo los platos fuertes y me contento con unas tostadas. A lo largo del día se suceden las excursiones, en coche y caminando, bajo la lluvia a cántaros o bajo la llovizna. Asnah, que lleva algo menos de dos años trabajando aquí, es muy buena guía, conoce los pájaros y los demás animales y tiene buen ojo. Me cuenta que hacen cursillos de identificación de aves y de otros temas de naturaleza con frecuencia. El trabajo es bueno y obviamente le gusta.

La reserva contiene algunos retazos de bosque primigenio, sin explotar, pero en su mayor parte es selva secundaria, de la que hace décadas se extraía madera. Enormes árboles destacan aislados y distantes, indultados por su falta de valor comercial, como testigos de las dimensiones que en otro tiempo tuvo la jungla. De camino a la masa principal de bosque primordial que se esconde en el interior de la reserva, pasamos ante el centro de recuperación del rinoceronte de Borneo. No se puede visitar, ni siquiera el personal del lodge está autorizado. Hay uno o dos rinocerontes en los recintos, y unos ocho controlados por los guardas fuera, en la reserva. En total, no más de una treintena de ejemplares de este animal en el mundo. Se entiende que los protejan a ultranza, por más que me hubiese encantado fisgar por un agujerillo de las redes que ocultan los cercados.

En el bosque primigenio.

En varios paseos, en coche y a pie, con permiso del cielo que de continuo se nos desploma sobre la cabeza, vemos más ciervos, jabalíes, macacos y muchas aves. Con especial interés por los cálaos, incluyendo el más notorio para mí y para muchos: el cálao rinoceronte, por cuyo nombre en español me preguntaba Hugh hace un millón de años, y que se nos presentó en pareja.

Cuando más la necesitamos, tenemos suerte: en el paseo más largo, el del atardecer, somos dispensados del agua. Vamos en busca de los elefantes. Pero no en el bosque espeso, sino en las colindantes plantaciones de palma. Pese a ser originarias de África occidental, me asegura Asnah que las palmeras sirven como refugio suplente a los animales en tiempos de escasez en la reserva. Con la información de primera mano y la vista aguda de Asnah, no tardamos en encontrar un macho solitario rompiendo palmas. Poco después y poco más allá, una manada cruza el camino. Son varias hembras con crías y puede que algún macho joven. Algo menos de una docena entregados a la misma faena de romper las palmas y comérselas. La tarde avanza y dentro del palmeral hay poca luz, pero nos quedamos disfrutando, Asnah, el conductor cuyo nombre no apunté, lo siento, y un servidor hasta que se agota la luz. No todos los días se ven elefantes, me asegura Asnah. Lo sé, lo sé, puedes contar con que sé apreciarlo.

Los elefantes, dedicados a sí mismos, parecen apacibles pero no hay que fiarse. Cerca del lodge, una veterinaria australiana de veintitantos años fue muerta por un elefante macho hace menos de dos años. No lejos de donde ocurrió, un cenotafio recuerda el suceso en el jardín donde Asnah me mostró una mata de plantas carnívoras. La chica, quizás envalentonada por su experiencia, quiso fotografiarlo, sobrepasó al guía y cuando se disparó el flash el animal la atacó. Punto final. Por eso Asnah me encarece que siempre, siempre, la deje ir delante.


- ¿Estás dispuesta a morir por tus clientes?

Asnah me contesta con este relato: el año pasado, cuando se creían solos en el volcán de barro, una manada de elefantes se presentó de improviso y les cortó el camino a ella y a la familia holandesa a la que guiaba. Se refugiaron a toda prisa en las raíces gigantes del primer gran árbol, girando entre sus paredes a medida que los elefantes se movían a escasos metros de ellos, con el corazón en un puño y dos niños en la partida. En un descuido en que los elefantes parecieron distraerse, Asnah dió la señal y salieron todos corriendo, literalmente por sus vidas, hasta alcanzar la torreta de observación, desde donde llamaron a los guardas para que les recogiesen más tarde. Asnah cerraba la estampida con la esperanza de poder distraer a algún animal en el caso de que hubieran acometido a los huidos. Por cómo lo cuenta, con expresivos gestos y claras muestras de emoción, no dudo en creerla de pé a pá.

- No se trata de morir por los clientes, simplemente puedo tener más recursos para salir del trance.


Cuando los elefantes andan en las plantaciones, los campesinos avisan a los guardas para que los espanten antes de entrar ellos a trabajar.

Elefante macho en el palmeral.

Elefante hembra (y movida) en el palmeral.


Manada (en la imagen se ven cuatro).


Otro de los peligros de la jungla en este tiempo son las caídas de árboles y ramas. Puede sonar exagerado, pero de hecho, al regreso de uno de nuestros paseos en coche tuvimos que esperar a que vinieran a retirar del camino, con sierras mecánicas, un árbol de buen tamaño caído por donde habíamos circulado apenas media hora antes. En el lodge, yendo por las pasarelas que unen las dependencias, fui testigo del desprendimiento de una rama enorme, con gran estrépito, a apenas unos pasos de mi cabaña. La selva no se anda con miramientos. Para terminar el catálogo de riesgos, diré que la crecida del río que tanto me impresionó ayer, verificada en sólo unas horas, era de las repentinas e imprevisibles, que vetan el baño a los turistas (y su posadero favorito al pigargo vigía), sin embargo usual en la época seca.

Emboscada estocástica.

Menos peligrosas para los humanos, pero letales para los insectos, las plantas carnívoras son otra de las atracciones de Borneo. Tersos y de paredes recias, los receptáculos destinados a enjaular insectos tienen casi medio palmo de longitud, y una tapa traicionera que encierra a los incautos. También la raflesia es interesante, pero para ver su flor, la más grande del mundo, hay que dar con alguna planta en temporada y nadie me supo dar señas que me convinieran, por lo que me contenté con la que vimos en el zoológico de Viena. No se puede tener todo, o no siempre.

Plantas carnívoras.

Tina y Morten se habían ido de mañana y ni me invitaron ni me molesté en conocer a las otras dos parejas que los reemplazaron, más allá de saludarlos educadamente. Por nuestra parte, apuramos los paseos, y persuadí a Asnah para que me concedieran uno adicional en la última mañana (18.01.13). A diferencia de otros afortunados, que la vieron pocos días antes, no se nos apareció ninguna pantera nebulosa, pero sí varios gatos leopardo más, a los que parecíamos abonados. También comparecieron las cigueñas de Storm, rarísimas, varanos y de nuevo los ciervos ratón que ansiaba fotografiar Mathilda (cumplí sus objetivos: orangutanes, elefantes y ciervos ratones; espero que también ella). Los últimos en despedirme fueron una familia de gibones que, braquiando que braquiarás, cruzó morosa por delante del lodge siguiendo el río, a escasos metros de donde servidor se mimaba con cafés con leche. ¡Esto es Borneo!


Felis bengalensis (gato leopardo).


Para sosiego de los zoólogos, listo seguidamente los animales que pudimos identificar de los vistos en esos días en Malasia (como de costumbre, muchos más quedaron en el anonimato, incluyendo montones de pajaritos pardos, gaviotas, rabihorcados y otras especies pelágicas):

Aves:
  1. Gallus gallus
  2. Ciconia stormi
  3. Nycticoras nycticorax
  4. Ardea purpurea
  5. Egretta garzetta
  6. Egretta intermedia
  7. Ardea alba
  8. Bubulcus ibis
  9. Anhinga melanogaster
  10. Spizaetus cirrhatus
  11. Pernis ptilorhynchus orientalis
  12. Haliaeetus leucogaster
  13. Haliastur indicus
  14. Ichthyophaga humilis
  15. Spilornis cheela
  16. Hydrophasianus chirurgus
  17. Geopelia striata
  18. Ducula sp.
  19. Loriculus galgulus
  20. Hierococcyx vagans
  21. Centropus sinensis
  22. Phaenicophaeus sp.
  23. Aetitis hypoleucos
  24. Ketupa (o Bubo) ketupu
  25. Strix leptogrammica
  26. Apus nipalensis
  27. Herniproche comata
  28. Collocalia esculenta
  29. Harpactes duvancelii
  30. Halcyon coromanda
  31. Halcyon pileata
  32. Alcedo meinting
  33. Pedargopsis capensis
  34. Ceyx erithaca
  35. Merops viridis
  36. Eurystomus orientalis
  37. Anhorrinus galeritus
  38. Anthratocheros albirostris
  39. Anthratoceros malay pnus
  40. Aceros corrugatis
  41. Buceros rhinoceros
  42. Cymbirhynchus macrorhynchus
  43. Eurylaimus ochrornalus
  44. Oriolus xanthornus
  45. Dicrurus macrocercus
  46. Dicrurus paradiseus
  47. Corvus enca
  48. Corvus splendens
  49. Hirundo tahitica
  50. Orthotomus ruticeps
  51. Prinia flaviventris
  52. Pycnonotus bruneus
  53. Acridotheres javanicus
  54. Acridotheres cristatellus
  55. Acridotheres tristis
  56. Aplonis panayensis
  57. Saxicola maurus
  58. Copsychus saularis
  59. Copsychus stricklandi
  60. Cyornis superbus
  61. Pronochilus xanthopygius
  62. Nectarinia jugularis
  63. Hypogramma hypogrammicum
  64. Lonchura atricapilla
  65. Lonchura leucogastra
  66. Motacilla cinerea
  67. Passer montanus
  68. Collocalia sinensis
Mamíferos:
  1. Aethalops alecto
  2. Pteropus vampyrus
  3. Cynocephalus variegatus
  4. Presbytis cristata
  5. Nasalis larvatus
  6. Macaca fascicularis
  7. Macaca nemestrina
  8. Hylobates muelleri
  9. Pongo pygmaeus
  10. Ratufa affinis
  11. Callosciurus prevostii
  12. Callosciurus sp.
  13. Exlisciurus exilis
  14. Petaurista petaurista
  15. Aonyx cinerea
  16. Paradoxurus hermaphroditus
  17. Herpestes brachyurus
  18. Felis bengalensis
  19. Elephas maximus
  20. Sus barbatus
  21. Tragulus napu
  22. Muntiacus atherodes
Unos cuantos son endemismos de Borneo. Anfibios, reptiles e insectos habrán de esperar a mejor ocasión. Asnah se sorprendió mucho de que los anotase por el nombre científico (aunque servidor no sepa que hay que empezar con mayúscula, pero todo se aprende). Tan lejano como les queda el latín a los malayos, no era poco que Asnah supiera reconocer los gentilicios. A sus preguntas, traduje como pude los escasos nombres que supe entender.

Selva a un lado, desmontes de palmeral al otro.


Ciconia stormi (cigüeña de Storm).


 Orangputi di utan (hombre blanco del bosque).

Fin de la estancia, despedida cordial de Asnah y otro todoterreno me devolvió a Lahad Datu. Tras una espera en el apeadero, amenizada por la música de algún macarrilla que fardaba de altavoces en el coche, tomé el autobús hacia Semporna, más al sur, casi fronteriza ya con Indonesia. Borneo tenía otros tesoros que descubrir.

Abrazos para todos.

5 comentarios:

  1. ¡Orangputi....! Lo de Borneo es tremendo, ¿eh? Lo leo y adivino lo precario y amenazado que es ese habitat. Lástima porque parece una maravilla. Gracias por compartirlo.

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  2. Ohhhhhhhhhhh, el gato leopardo!!!! ya tengo una razón más para ir a Borneo.¡¡¡¡ Vivan los michinos!!!!

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  3. Blogspot se acaba de comer mi comentario, pero no pasa nada...
    Decía que "¡Aaaaah, me despisto un poco y me encuentro con un blog repleto de animales, y con palabras mayores como orangutanes y elefantes! ¡Qué bueno, qué suerte, enhorabuena! Me da tanta envidia que este fin de semana nos vamos al Kruger a resarcirnos, ¡olé!
    Iremos a Borneo, iremos a Borneo e iremos a Borneo, si la palma deja algo vivo.

    Abrazos

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  4. lo que se aprende leyéndote amigo braquiador! Por un momento me has transportado al paraíso primigenio con tu erudita prosa, y ahora me voy contento a darle un par de collejas a mi Canis lupus familiaris y explicarle que hoy no sale porque llueve a cántaros también por aquí.

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  5. Ooooooh! Fernando, Máster Of Animal Disaster!
    Sigo bailando el aleluya glugluglú y me apunto a ir a Borneo con RouriLou a ver michinos.

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