Queridos lectores:
La emoción de revivir la excursión de los elefantes para contárosla me hizo olvidar los otros animales del río Kinabatangan. Repetían, como ya he dicho, aves variadas, varanos, los dos tipos de macacos y los násicos, pero también otros dos orangutanes que no quiero dejar de mencionar. Tuve suerte, pues en total ví nueve hombres del bosque (traducción del nombre vernáculo, como casi todos sabréis), que llegaron a la docena si se añade el trío de Sepilok. Además de un privilegio y el recordatorio, como ya he dicho en otra ocasión, de que no estamos solos, ver grandes simios en libertad es una experiencia muy particular por las implicaciones emocionales de que sean nuestros parientes más cercanos.
En otras dos horas de viaje en todoterreno por pistas de tierra, acompañado por tres empleados que aprovechaban el viaje, llegué a Tabin (16.01.13). Allí sólo hay un sitio donde hospedarse: un lodge de instalaciones desahogadas que podría llamarse lujoso con sólo mejorar algunas cosas. El lugar es bellísimo: junto a una cascada guardada por un pigargo que ejercía de centinela constante, en medio de la selva, con amplias cabañas entre los árboles. Me recibe Asnah, la que será mi guía personal estos tres días. No sé cuál será la ratio de guías a clientes en otras épocas, pero es que hoy, aparte un matrimonio de mi edad, soy el único cliente. El motivo es que estamos en temporada de lluvias y esto, en la pluvisilva, no es ninguna fruslería: está todo empapado y embarrado, y durante mi estancia lloverá con gran violencia la mayor parte de cada día.
La cascada, bastante más caudalosa de lo que aparenta.
Padeciendo incomodidades.
Ichthyophaga humilis.
(Pigargo, en la roca de la izquierda).
Hechas las presentaciones, me instalo y tras comer algo salimos a visitar el volcán de lodo. Un volcán subterráneo ha creado un claro en la selva expeliendo fango, burbujeante aunque no mucho, de vez en cuando. El barro atrae a los animales, en particular a los elefantes, que acuden a bañarse en él. Pero no hoy. Aun así, vemos algún gibón, macacos de cola de cerdo y cangrejeros, un jabalí barbudo, un ciervo y no pocas aves, incluyendo rapaces y cálaos vistosos por cuya presencia, entre otros animales, es renombrado el lugar.
Asnah en un refugio a prueba de elefantes.
En la torreta.
Tina y Morten me invitan muy cortésmente a su mesa en la cena. Son daneses, Tina trabaja en una agencia de empleo y Morten de administrador de oficinas. A resultas de sus preguntas, aprendo que, gracias al infalible Gordon, también aquí me he ahorrado un buen dinero, aunque no sea precisamente barato. Tina y Morten vieron elefantes ayer y algunos otros animales, pero bajo una lluvia torrencial que no parece propensa a las treguas, me advierten. El lodge es bastante acogedor y su personal, que no tiene más que tres clientes a los que atender, se emplea a fondo en cebarnos. Asia me va a matar, no de hambre sino lo contrario.
Morten y Tina.
En el comedor sin paredes legiones de insectos nocturnos, incluyendo algunas polillas gigantes, revolotean en torno a las luces eléctricas, para alegría de un ejército correlativo de salamanquesas. Me detengo un rato antes de retirarme a mi enorme y lejana cabaña. En las pasarelas se entretienen sapos grandes como puños y algunos insectos. Los saludo, procuro que los mosquitos se queden fuera y me voy a dormir con el estruendo de la cascada, tremendamente crecida respecto a la mañana, como arrullo.
Cynocephalus variegatus
(lemur volador).
Polilla.
(Clear wing moth).
Sapo de roca.
(Rock toad).
Nuevo paseo antes del amanecer (17.01.13). A la usanza inglesa, un desayuno ligero antes de salir y otro, más recio, al volver. Para sorpresa de los camareros, rechazo los platos fuertes y me contento con unas tostadas. A lo largo del día se suceden las excursiones, en coche y caminando, bajo la lluvia a cántaros o bajo la llovizna. Asnah, que lleva algo menos de dos años trabajando aquí, es muy buena guía, conoce los pájaros y los demás animales y tiene buen ojo. Me cuenta que hacen cursillos de identificación de aves y de otros temas de naturaleza con frecuencia. El trabajo es bueno y obviamente le gusta.
La reserva contiene algunos retazos de bosque primigenio, sin explotar, pero en su mayor parte es selva secundaria, de la que hace décadas se extraía madera. Enormes árboles destacan aislados y distantes, indultados por su falta de valor comercial, como testigos de las dimensiones que en otro tiempo tuvo la jungla. De camino a la masa principal de bosque primordial que se esconde en el interior de la reserva, pasamos ante el centro de recuperación del rinoceronte de Borneo. No se puede visitar, ni siquiera el personal del lodge está autorizado. Hay uno o dos rinocerontes en los recintos, y unos ocho controlados por los guardas fuera, en la reserva. En total, no más de una treintena de ejemplares de este animal en el mundo. Se entiende que los protejan a ultranza, por más que me hubiese encantado fisgar por un agujerillo de las redes que ocultan los cercados.
En el bosque primigenio.
En varios paseos, en coche y a pie, con permiso del cielo que de continuo se nos desploma sobre la cabeza, vemos más ciervos, jabalíes, macacos y muchas aves. Con especial interés por los cálaos, incluyendo el más notorio para mí y para muchos: el cálao rinoceronte, por cuyo nombre en español me preguntaba Hugh hace un millón de años, y que se nos presentó en pareja.
Cuando más la necesitamos, tenemos suerte: en el paseo más largo, el del atardecer, somos dispensados del agua. Vamos en busca de los elefantes. Pero no en el bosque espeso, sino en las colindantes plantaciones de palma. Pese a ser originarias de África occidental, me asegura Asnah que las palmeras sirven como refugio suplente a los animales en tiempos de escasez en la reserva. Con la información de primera mano y la vista aguda de Asnah, no tardamos en encontrar un macho solitario rompiendo palmas. Poco después y poco más allá, una manada cruza el camino. Son varias hembras con crías y puede que algún macho joven. Algo menos de una docena entregados a la misma faena de romper las palmas y comérselas. La tarde avanza y dentro del palmeral hay poca luz, pero nos quedamos disfrutando, Asnah, el conductor cuyo nombre no apunté, lo siento, y un servidor hasta que se agota la luz. No todos los días se ven elefantes, me asegura Asnah. Lo sé, lo sé, puedes contar con que sé apreciarlo.
Los elefantes, dedicados a sí mismos, parecen apacibles pero no hay que fiarse. Cerca del lodge, una veterinaria australiana de veintitantos años fue muerta por un elefante macho hace menos de dos años. No lejos de donde ocurrió, un cenotafio recuerda el suceso en el jardín donde Asnah me mostró una mata de plantas carnívoras. La chica, quizás envalentonada por su experiencia, quiso fotografiarlo, sobrepasó al guía y cuando se disparó el flash el animal la atacó. Punto final. Por eso Asnah me encarece que siempre, siempre, la deje ir delante.
- ¿Estás dispuesta a morir por tus clientes?
Asnah me contesta con este relato: el año pasado, cuando se creían solos en el volcán de barro, una manada de elefantes se presentó de improviso y les cortó el camino a ella y a la familia holandesa a la que guiaba. Se refugiaron a toda prisa en las raíces gigantes del primer gran árbol, girando entre sus paredes a medida que los elefantes se movían a escasos metros de ellos, con el corazón en un puño y dos niños en la partida. En un descuido en que los elefantes parecieron distraerse, Asnah dió la señal y salieron todos corriendo, literalmente por sus vidas, hasta alcanzar la torreta de observación, desde donde llamaron a los guardas para que les recogiesen más tarde. Asnah cerraba la estampida con la esperanza de poder distraer a algún animal en el caso de que hubieran acometido a los huidos. Por cómo lo cuenta, con expresivos gestos y claras muestras de emoción, no dudo en creerla de pé a pá.
- No se trata de morir por los clientes, simplemente puedo tener más recursos para salir del trance.
Cuando los elefantes andan en las plantaciones, los campesinos avisan a los guardas para que los espanten antes de entrar ellos a trabajar.
Elefante macho en el palmeral.
Elefante hembra (y movida) en el palmeral.
Manada (en la imagen se ven cuatro).
Otro de los peligros de la jungla en este tiempo son las caídas de árboles y ramas. Puede sonar exagerado, pero de hecho, al regreso de uno de nuestros paseos en coche tuvimos que esperar a que vinieran a retirar del camino, con sierras mecánicas, un árbol de buen tamaño caído por donde habíamos circulado apenas media hora antes. En el lodge, yendo por las pasarelas que unen las dependencias, fui testigo del desprendimiento de una rama enorme, con gran estrépito, a apenas unos pasos de mi cabaña. La selva no se anda con miramientos. Para terminar el catálogo de riesgos, diré que la crecida del río que tanto me impresionó ayer, verificada en sólo unas horas, era de las repentinas e imprevisibles, que vetan el baño a los turistas (y su posadero favorito al pigargo vigía), sin embargo usual en la época seca.
Emboscada estocástica.
Menos peligrosas para los humanos, pero letales para los insectos, las plantas carnívoras son otra de las atracciones de Borneo. Tersos y de paredes recias, los receptáculos destinados a enjaular insectos tienen casi medio palmo de longitud, y una tapa traicionera que encierra a los incautos. También la raflesia es interesante, pero para ver su flor, la más grande del mundo, hay que dar con alguna planta en temporada y nadie me supo dar señas que me convinieran, por lo que me contenté con la que vimos en el zoológico de Viena. No se puede tener todo, o no siempre.
Plantas carnívoras.
Tina y Morten se habían ido de mañana y ni me invitaron ni me molesté en conocer a las otras dos parejas que los reemplazaron, más allá de saludarlos educadamente. Por nuestra parte, apuramos los paseos, y persuadí a Asnah para que me concedieran uno adicional en la última mañana (18.01.13). A diferencia de otros afortunados, que la vieron pocos días antes, no se nos apareció ninguna pantera nebulosa, pero sí varios gatos leopardo más, a los que parecíamos abonados. También comparecieron las cigueñas de Storm, rarísimas, varanos y de nuevo los ciervos ratón que ansiaba fotografiar Mathilda (cumplí sus objetivos: orangutanes, elefantes y ciervos ratones; espero que también ella). Los últimos en despedirme fueron una familia de gibones que, braquiando que braquiarás, cruzó morosa por delante del lodge siguiendo el río, a escasos metros de donde servidor se mimaba con cafés con leche. ¡Esto es Borneo!
Felis bengalensis (gato leopardo).
Para sosiego de los zoólogos, listo seguidamente los animales que pudimos identificar de los vistos en esos días en Malasia (como de costumbre, muchos más quedaron en el anonimato, incluyendo montones de pajaritos pardos, gaviotas, rabihorcados y otras especies pelágicas):
Aves:
- Gallus gallus
- Ciconia stormi
- Nycticoras nycticorax
- Ardea purpurea
- Egretta garzetta
- Egretta intermedia
- Ardea alba
- Bubulcus ibis
- Anhinga melanogaster
- Spizaetus cirrhatus
- Pernis ptilorhynchus orientalis
- Haliaeetus leucogaster
- Haliastur indicus
- Ichthyophaga humilis
- Spilornis cheela
- Hydrophasianus chirurgus
- Geopelia striata
- Ducula sp.
- Loriculus galgulus
- Hierococcyx vagans
- Centropus sinensis
- Phaenicophaeus sp.
- Aetitis hypoleucos
- Ketupa (o Bubo) ketupu
- Strix leptogrammica
- Apus nipalensis
- Herniproche comata
- Collocalia esculenta
- Harpactes duvancelii
- Halcyon coromanda
- Halcyon pileata
- Alcedo meinting
- Pedargopsis capensis
- Ceyx erithaca
- Merops viridis
- Eurystomus orientalis
- Anhorrinus galeritus
- Anthratocheros albirostris
- Anthratoceros malay pnus
- Aceros corrugatis
- Buceros rhinoceros
- Cymbirhynchus macrorhynchus
- Eurylaimus ochrornalus
- Oriolus xanthornus
- Dicrurus macrocercus
- Dicrurus paradiseus
- Corvus enca
- Corvus splendens
- Hirundo tahitica
- Orthotomus ruticeps
- Prinia flaviventris
- Pycnonotus bruneus
- Acridotheres javanicus
- Acridotheres cristatellus
- Acridotheres tristis
- Aplonis panayensis
- Saxicola maurus
- Copsychus saularis
- Copsychus stricklandi
- Cyornis superbus
- Pronochilus xanthopygius
- Nectarinia jugularis
- Hypogramma hypogrammicum
- Lonchura atricapilla
- Lonchura leucogastra
- Motacilla cinerea
- Passer montanus
- Collocalia sinensis
- Aethalops alecto
- Pteropus vampyrus
- Cynocephalus variegatus
- Presbytis cristata
- Nasalis larvatus
- Macaca fascicularis
- Macaca nemestrina
- Hylobates muelleri
- Pongo pygmaeus
- Ratufa affinis
- Callosciurus prevostii
- Callosciurus sp.
- Exlisciurus exilis
- Petaurista petaurista
- Aonyx cinerea
- Paradoxurus hermaphroditus
- Herpestes brachyurus
- Felis bengalensis
- Elephas maximus
- Sus barbatus
- Tragulus napu
- Muntiacus atherodes
Selva a un lado, desmontes de palmeral al otro.
Ciconia stormi (cigüeña de Storm).
Orangputi di utan (hombre blanco del bosque).
Fin de la estancia, despedida cordial de Asnah y otro todoterreno me devolvió a Lahad Datu. Tras una espera en el apeadero, amenizada por la música de algún macarrilla que fardaba de altavoces en el coche, tomé el autobús hacia Semporna, más al sur, casi fronteriza ya con Indonesia. Borneo tenía otros tesoros que descubrir.
Abrazos para todos.
¡Orangputi....! Lo de Borneo es tremendo, ¿eh? Lo leo y adivino lo precario y amenazado que es ese habitat. Lástima porque parece una maravilla. Gracias por compartirlo.
ResponderEliminarOhhhhhhhhhhh, el gato leopardo!!!! ya tengo una razón más para ir a Borneo.¡¡¡¡ Vivan los michinos!!!!
ResponderEliminarBlogspot se acaba de comer mi comentario, pero no pasa nada...
ResponderEliminarDecía que "¡Aaaaah, me despisto un poco y me encuentro con un blog repleto de animales, y con palabras mayores como orangutanes y elefantes! ¡Qué bueno, qué suerte, enhorabuena! Me da tanta envidia que este fin de semana nos vamos al Kruger a resarcirnos, ¡olé!
Iremos a Borneo, iremos a Borneo e iremos a Borneo, si la palma deja algo vivo.
Abrazos
lo que se aprende leyéndote amigo braquiador! Por un momento me has transportado al paraíso primigenio con tu erudita prosa, y ahora me voy contento a darle un par de collejas a mi Canis lupus familiaris y explicarle que hoy no sale porque llueve a cántaros también por aquí.
ResponderEliminarOoooooh! Fernando, Máster Of Animal Disaster!
ResponderEliminarSigo bailando el aleluya glugluglú y me apunto a ir a Borneo con RouriLou a ver michinos.